Estremece
mirar los alrededores. La irracionalidad, las injusticias y la estupidez están
ganando la batalla. La mente humana, fruto hermoso de la evolución, se
desperdicia y pierde por la ambición y la desidia. A las alturas del siglo XXI,
el hombre es cada vez más enemigo del hombre.
Los que sobran. Perecen como moscas en el
cuerno africano. Son casi 100 mil hombres, mujeres y niños los que han muerto
desde abril del 2011 en el desierto del Sahel y los alrededores, aniquilados
por el hambre y la sequía, a la vista de un mundo que los mira y pasa de largo.
Condenados
a ese destino de exclusión están también los más de 200 millones de personas
que carecen de empleo alrededor del orbe. La crisis amenaza con ampliar esa
grande y bochornosa cifra. Al terminar este año 6 millones de ciudadanos más
habrán perdido su trabajo. Otros 5 millones se prevé corran igual suerte en el
2013.
Los desesperados. El colapso económico los
empujó hasta allí, al puro abismo. Prefirieron la muerte a la humillación. Más
de 1700 griegos se suicidaron por tal razón en los dos últimos años. En Italia,
los darios repiten titulares que hablan del pequeño empresario que se tiró ante
las ruedas de un tren, o del trabajador autónomo y el desempleado que se ahorcaron,
agobiados por las deudas y la falta de salidas. “El suicidio se convierte en
gesto de rebeldía contra un sistema sordo e insensible que no acierta a
entender la gravedad de la situación”, dice a la prensa un líder de los
pequeños empresarios romanos.
Los que lucran. En estos tiempos absurdos
las mafias florecen. La incapacidad de gobiernos y gobernantes es campo fértil
para expandir sus negocios. Trafican drogas, seres humanos, órganos, armas. El
sector criminal genera unos 21 millones de millones de dólares anualmente. Tal
cifra los convierte en una de las 20 principales economías del mundo. ¿Serán
invitados sus capos a la próxima reunión del G-20?
Los que ganan. Son los mismos de
siempre. Los multimillonarios de lujosas residencias, jet privados y hasta
minisubmarinos. Los que manejan los hilos de las finanzas, la economía y la
política. Los que consumen hasta la indecencia. A la crisis que cercenó
ingresos y ahorros de las mayorías, ellos le han sacado provecho. En un Reino
Unido sumido en la recesión, los mil personajes más ricos de la nación
aumentaron el monto combinado de sus fortunas en el 2011 hasta niveles récords.
Más de 414 mil millones de libras esterlinas se amasan en tan pocas manos. Así
sucede en Francia, España, Italia, Estados Unidos.
El
mundo necesita un sacudón. Así lo clamaron millones ayer en todo el orbe
durante las celebraciones del Primero de Mayo. Los que sobran no son los seres
humanos, sino la avaricia, el desmedido consumo, el individualismo feroz, el
absoluto reino del capital. Hace falta una carga universal contra los
bribones.