¿Por qué hay jóvenes que han decidido hacer política a través de una organización como el MOVADEF, que viene de un pasado de violencia tan marcado, en una sociedad que todavía lleva el trauma de los años 80 y 90, y no han escogido por ejemplo actuar a través de alguno de los partidos del sistema democrático, que han sido gobierno u oposición los últimos veinte años? ¿Dónde está la falla?
Álvarez Rodrich piensa que el problema está en la educación que no enseña a los niños quién fue Abimael Guzmán y los daños que causó al país, y en los partidos que no son “pedagógicos” con los que están poco informados y formados, o son demagógicos como el fujimorismo que no pierde ocasión de disfrazarse de partido “antiterrorista” para coger adhesiones.
Beto Ortiz seguramente piensa que el dilema se origina en que se trata benevolentemente a los promotores del nuevo partido del pensamiento Gonzalo, en vez de botarlos del set después de haberlos invitado como hizo él, para terminar rellenando la pantalla con imágenes de Tarata que tal vez piensa que son poco conocidas en el país. Moyano e Iberico, por su parte, parecen creer que lo que le ha faltado son más marchas con el regreso del senderismo aunque hasta ahora sus concentraciones no han pasado de las 200 personas.
El gobierno, por su parte, pretende que el meollo de la cuestión está en la ley, y aunque la ley vigente ya prohíbe ser democrático y subversivo, que es lo que aparece por segunda vez en las resoluciones del Registros de Organizaciones Políticas del JNE, no está demás volver a hacer otra norma para decir lo mismo. Pero nada de esto explica el asunto de los jóvenes senderistas que no vivieron la guerra de Sendero y que ahora sacan la cara por una organización que hace algunos años era odiada por todo el mundo.
El error que creo que se comete en primer lugar es que los que dicen que combaten a Sendero y al MOVADEF, no brindan una explicación creíble sobre ellos, las distintas caras de la violencia y las vías para aprender a vivir en paz, y más bien lo que transmiten es que se mueven en un eterno miedo que quieren que sea el de los demás. Enfrentar a una Berenson silenciosa con interminables imágenes de la joven beligerante de los 90, tiene que terminar por ser contraproducente. Y hasta la repetición de videos del caso Tarata puede terminar por decir poco si el otro está asegurando que quiere acabar la guerra, y el Estado y los medios dan la impresión de querer prolongarla.
Pero más equivocado aún es el supuesto de la “superioridad”, porque el nuevo Sendero gana adeptos dentro de los asqueados porque los partidos corruptos, que tampoco se arrepienten y mantienen a tremendas “ratas” en sus filas, son los que quieren enseñar valores a los demás, y los políticos que traicionan sus principios y promesas se presentan como la encarnación del coraje moral. Que un sector político con enormes pasivos por haber encabezado una guerra que destrozó al país, desorganizó el movimiento popular y engendró una dictadura, pueda desafiar al sistema con la cara descubierta, después de una profunda derrota, y hacerse atractivo para un sector de la juventud peruana, lleva a preguntarse qué fue lo que se construyó en el Perú sobre la derrota de Sendero. Tal vez ahí haya mejores respuestas de porqué muchos jóvenes levantan ahora el brazo contra esta democracia.
221.01.12