Conga es inviable: tal es la voz multitudinaria del pueblo cajamarquino que se encuentra en pie de lucha para defender sus fuentes acuíferas ubicadas en cabecera de cuenca y que pretenden ser arrasadas por la empresa Yanacocha.
Para tirios y troyanos Conga representa un parteaguas de profundas consecuencias en la política nacional. Su importancia reside en que la posición adoptada por el Presidente Ollanta Humala sobre este caso define el rumbo de su gobierno en la ruta de sus antecesores: el crecimiento económico basado en la exportación de materias primas, especialmente los metales, la subordinación al capital extranjero, la validación del modelo neoliberal, para cuya aplicación es necesaria la Constitución fujimorista. Se ha procesado de este modo una gran transformación de Ollanta Humala, que hasta hace poco enarbolaba las banderas contrapuestas.
Con lo cual se abre un nuevo escenario donde se irá procesando un reordenamiento de las fuerzas sociales y políticas, marcado por la frustración de amplios sectores populares que respaldaron al candidato Ollanta Humala, confiando que sus ofertas electorales empataban con sus aspiraciones de cambio. Conforme lo revelan los sondeos de opinión, la base social del actual gobierno está pasando de los sectores C y D al minoritario y privilegiado A y B.
Hasta hace poco Ollanta Humala se mantenía en un precario equilibrio, pretendiendo que el crecimiento (en el marco neoliberal) y la inclusión social podían complementarse sin ningún problema. A 100 días de su gobierno, puesto el tema Conga sobre la mesa, bajo presión de la derecha este equilibrio se rompe, quedando demostrado que la fórmula descrita obedecía a una ilusión, o a un recurso demagógico, y que la verdadera inclusión, la auténtica transformación pasan por el cambio de modelo económico, la profunda reforma del Estado a través de una nueva Constitución, que a su vez sea la base del paso a una nueva república, un proyecto nacional que implica la soberanía sobre los recursos, la concurrencia de las diversas potencialidades que posee el país para garantizar su desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
Este es el problema de fondo que Conga ha colocado en el escenario político nacional, es decir la visión de desarrollo que corresponde al país para sacarlo del atraso en que se encuentra. La nueva fórmula acuñada por Ollanta Humala: “el agua y el oro” representa otra falacia si no se respetan las cabeceras de cuenca, si no se cuenta con el ordenamiento territorial basado en la zonificación económica y ecológica y los estudios de impacto ambiental por instituciones confiables, si no se termina con los privilegios, el blindaje jurídico y tributario que gozan las empresas mineras y que fueron otorgados de manera ilegal por el fujimorismo y refrendados por los gobiernos posteriores. Y esto es lo que el Presidente no está dispuesto a hacer, de modo que aquella frase no será más que otro recurso para maquillar la economía del saqueo que se seguirá imponiendo para satisfacer la voracidad de las transnacionales, sacrificando al medio ambiente y la calidad de vida de los peruanos.
En su voluntad de mantener intocado el modelo neoliberal con una economía primario exportadora, y a sabiendas que ello no hará sino agudizar los conflictos sociales, al Presidente Humala no le quedará sino recurrir cada vez más al uso de la demagogia, el asistencialismo y el autoritarismo, ni más ni menos que el camino transitado por muchos caudillos en la historia republicana. Evidentemente necesitará de chivos expiatorios a quienes responsabilizar de los problemas.
Conga es inviable, el esquema primario exportador es inviable, el desarrollo nacional en el marco del neoliberalismo y la Constitución fujimorista es inviable. Quienes apostamos por un nuevo rumbo para nuestra patria debemos apoyar sin ambages la lucha digna que está protagonizando el pueblo cajamarquino junto a su Gobierno Regional y autoridades locales.